martes, 17 de enero de 2012

La pregunta

Puso la mano derecha, helada, sobre el primer libro con el que hicieron contacto sus ojos. La mano izquierda, todavía cubierta por el guante lleno de nieve, se escondió en un bolsillo.
—¿Puedo ayudarlo en algo?—. Un trabajador de la pequeña librería, aburrido, se había acercado sin que Rodrigo pudiera darse cuenta. Luego dijo:—Ese libro es muy bueno.
Rodirgo pensó en decir que sólo había entrado a la librería para resguardarse del frío, que había tomado el primer libro que había visto, pero no lo hizo. En vez de eso, en silencio, comunicó con la mirada el interés que el dependiente acababa de generarle. Tras una pausa, dijo:
—«Laberinto de agua». Podría ser sobre cualquier cosa. ¿De qué trata?
El dependiente sonrió con aire de satisfacción.
No sé, dijo. No lo he leído. No puedo, soy ciego. ¿No lo notaste?

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